miércoles, 26 de diciembre de 2012

'De nocheviejas y nuevos trenes.'

            Aunque el año está plagado de acontecimientos anuales, los grandes ganadores de la ‘liga de la autoevaluación’ son sin duda las navidades, con su salto de año incluido, y cómo no, nuestros cumpleaños.
            Cualquiera de ellos nos puede llegar subidos a un precioso tren, fantásticamente atendidos y con unas vistas excelentes, o por el contrario, puede ser algo más incómodo, tal vez destartalado, quizás con una compañía de viaje algo ruidosa. En cualquiera de los casos, lo verdaderamente importante no es ir en el primero o en el segundo, sino si deseamos realmente bajarnos en la siguiente parada, o por el contrario, ajenos a cualquier planteamiento, preferimos dejarnos llevar incluso sin conocer el destino.
Continuando con las estaciones y sus paradas intermedias, hace ya unos años leí una explicación relativamente simple de los diversos grados de conocimiento que podemos tener sobre una materia.
Ni que decir tiene que como todos los planteamientos generalistas sobre cualquier tema, es muy cuestionable o al menos matizable, pero en cualquier caso me gustaría compartirla con vosotros, incluso con los errores u omisiones de mi a veces voluntariamente mala memoria.
Venía a afirmar que un primer grado de conocimiento sobre alguna materia podría ser entenderla, asimilarla interiormente.
Un paso adelante  podría ser saber explicarla adecuadamente a terceros, para lo cual además de entenderla se requiere un grado de interiorización superior que nos capacite para enfocarla desde diferentes perspectivas o contextos.
Si fuéramos capaces de crear algo nuevo, una aportación original, subiríamos al siguiente escalón, y finalmente son sólo unos pocos elegidos los que tienen la capacidad de iluminar al resto con obras que cambian la forma de entender el mundo.
Así que en cuatro cómodos pasos, como si de un programa de bricolaje se tratase podéis evaluar qué tal se os da cualquier cosa, desde la física cuántica a la neurología, pasando por el punto de cruz, o el manejo de la Thermomix.
En mi caso, aunque mantengo la esperanza de saltar al tercer escalón en alguna etapa de mi vida, de momento me considero afortunado por poder llegar al segundo en variadas cuestiones, algunas académicas y otras sencillamente pintorescas.
Y os cuento todo esto porque, en muchas cuestiones de la vida diaria no llego ni al primero, y no es por falta de ganas, pero me siento como ese bebé que apenas sabe gatear mirando una escalera, como el mono recién llegado al que le pegan sin saber por qué, el aborigen que ve por primera vez el mar, o que mes tras mes se queda embobado mirando la luna llena.
En mi caso,  por aquello de mi lentitud existencial, desconozco si en 2013 subiré algún primer escalón más, pero si habéis tenido la santa paciencia de leer hasta aquí, os regalo la posibilidad de  cambiarla sustituyendo mentalmente palabra ‘conocimiento’ por ‘ilusión’, y aprovecho para desearos que subáis muchos escalones con esta nueva escalera en el año venidero.
            

Un abrazo.
Santi.

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