Como la fina piel de una cebolla que cede
ante la presión de algún pulgar dubitativo, la atmósfera se deja dominar en el
estío por los anticiclones, de manera que durante semanas las predicciones meteorológicas
se hacen relativamente monótonas.
Si te gusta caminar, hacerlo por localidades playeras puede ser
francamente agradable: además del precioso reflejo del sol en las olas, contemplas
mosaicos de sombrillas de variados colores y una incesante muchedumbre invade
playa, chiringuitos y el propio paseo
marítimo otrora solitario y melancólico.
Bien
hidratado y protegido del sol, tras unos veinte minutos de adaptación, las
sensaciones de caminar con paso rápido son francamente agradables, especialmente
si a una adecuada respiración le acompaña buena música.
Sin
embargo, cuando más calor hace y más tonificadas sientes las articulaciones, al
acompañar al paseo en alguno de su quiebros, una leve brisa es capaz de helarte el sudor y hacerte sentir
extraño por experimentar un escalofrío que te aleja completamente del momento
en el que vives, buscando sin éxito entre una multitud de gente alguien que parezca
haber notado algo mínimamente parecido. O dicho de una manera, durante unos
instantes eternos te sientes verdaderamente solo en medio de una enorme masa
imbuida en su incesante rutina.
Dicen
algunos de los que hablan de la
interpretación de los sueños que quienes sueñan con volar, escapan de una realidad
que les pesa hacia donde reside su felicidad, pero desconozco qué teorías
desarrollan para los que lo hacemos despiertos, al dejar nuestra mente volar
mientras reflexionamos sobre temas que nos apasionan.
Y
es que las nuevas tecnologías, especialmente la red, hacen accesibles a una
inmensa mayoría temas como por ejemplo nuevas tendencias sociales
(*), económicas,
o incluso extrapolaciones tecnológicas para
el futuro, potenciando a la vez que una gran cantidad de minorías se reúnan
en torno a intereses comunes alejando la sensación de incomunicación
manifiesta, especialmente entre los de núcleos de poblaciones pequeños.
Quién
sabe, tal vez no volvamos a sentir frío en pleno verano.