No hace mucho emitían en una cadena una serie que nunca vi
de la que sólo recuerdo su título: ‘El Noble Oficio de la Construcción’.
Supongo que sabría de su existencia por algún anuncio o quizás una breve reseña en la guía de
programación del periódico.
El caso es que
se refería a mi profesión, y sonaba bien en mi mente llamarla noble, porque
como a quien más o a quien menos, me gusta saber que me gano la vida aportando
mi pequeña contribución a la sociedad, siempre intentando dar lo mejor de mí.
Además, todo hay que decirlo, me enorgullece que en nuestro sector,
constructoras e ingenierías españolas estén a la vanguardia a nivel mundial,
aún a pesar de lidiar en casa con una crisis sin precedentes, tanto en la
edificación residencial como en el conjunto de inversiones en obras públicas.
Os adelanto
todo esto porque sin incidir demasiado en los entresijos de la construcción,
como os podréis imaginar, en el día a día de la profesión pese a la gran
cantidad de imprevistos, contratiempos y dificultades de todo tipo (muchas
veces causadas por esta peculiar idiosincrasia patria), resulta tremendamente
gratificante ver crecer día a día cualquier proyecto pasando del papel a la
realidad.
Recuerdo por ello con mucho cariño cuando, como jefe de obra, te daban tus
jefes un proyecto y tras una revisión preliminar rápida en la pantalla de tu
ordenador, te ibas imprimiendo un juego personalizado de planos, en los que
ibas anotando con una amplia gama de colores todas tus impresiones iniciales,
dudas, revisiones de textos y acotaciones, consiguiendo con ello la doble tarea
de hacerte una imagen mental precisa de la obra terminada y a la vez de sentir
tuya la ilusión por construirla.
Emociones
similares sentías posteriormente, al realizar una programación precisa de
los trabajos a realizar, obligándote a la vez con tu empresa y contigo mismo a
cumplir (y si es posible mejorar) tanto los costes y plazos parciales de las
distintas fases de la obra como los totales previstos.
Y es que, esto es importante, cuando a los sueños se le ponen fechas pasan a llamarse
objetivos, así que de alguna manera todo lo que he aprendido en los últimos
años en mi profesión sobre esta forma de trabajar por proyectos es
tremendamente útil por ser extrapolable a cualquier otra actividad o faceta de
nuestra vida.
Aunque eso sí,
con la enorme diferencia de que en nuestra vida personal, no nos van a traer
ningún proyecto, nadie va a venir a soñar por nosotros….
Fotografía cortesía de Carmen Pizarro. ;)
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